Encuéntrame en Google+. Vinos en Buenos Aires: febrero 2018

lunes, 12 de febrero de 2018

Son los precios, estúpido...

Estoy en Claromecó de vacaciones y a pesar de la poca internet que tengo, pude leer algunas notas sobre el negocio del Vino en Argentina: todas negativas, todas esperables.

Cayó mucho el consumo interno: es el récord de menor consumo histórico el litros por habitante. Obvio, si la gran mayoría tiene menos plata en el bolsillo -desde hace 2 años- y los precios de los Vinos suben -más que la media de las cosas- los resultados no pueden ser otros.


Las muy malas cosechas 2016 y 2017 fueron decisivas para levantar fuerte el piso de los costos, pero casi nadie hizo nada para no trasladar todo ese porcentaje a los precios finales y además, muchos -demasiados- se dedicaron a sacar nuevas etiquetas o líneas en franjas de precios prohibitivas -o casi- para la gran mayoría de la gente.
A eso, sumarle que muchos comerciantes -destacan distribuidores y vinotequeros- siguen ampliando sus márgenes de ganancias para compensar la baja de las ventas o simplemte para hacer buenos negocios mientras duren.
Encima, las exportaciones siguen retrocediendo lindo, a pesar de los diagnósticos y promesas 2015 a las economías regionales.



Lo que sigo sin entender es la pelotuda comparación con el consumo de Cerveza... ¿Qué tiene que ver???
Seguro que un pequeño segmento del Vino podés compararlo con los de la Cerveza -e igual es como comparar autos y motocicletas-, pero nunca su totalidad, ya que pasás a hablar estupideces.
Desde que sabés que el Vino tiene entre el doble y el triple de alcohol que la Cerveza, te das cuenta que son bebidas muy distintas y que obviamente se va a tomar más Cerveza. Y definitivamente, desde que pagás una Cerveza y la comparás con lo que pagás un Vino, remachás el concepto que son 2 cosas muy distintas.


El Vino y la Cerveza compiten lo mismo que el Agua y la Gaseosa o entre las cuatro bebidas cruzadas: son gustos y oportunidades, lo evalúa cada uno cuando tiene sed o quiere acompañar una comida. Son cuatro cosas muy distintas. Algunas acompañan mejor, alguna es la ideal para el maridaje, etc.. Pero el problema es cuando no puedo comprarla o cuando me cuesta demasiado.
Claramente, de estas 4 bebidas, la que más puede costar es el Vino y lejos.
La que sigue es la Cerveza.
Si hay que recortar presupuesto, el que más tiene para perder es el Vino. Si esta es a situación -ajuste-, hay que aumentar los Vinos como se lo venía haciendo? Las novedades van a ser Vinos costosos o muy costosos?
Las respuestas son obvias y los resultados también.


La Cerveza viene -y seguirá- creciendo fuerte por la revolución de la Elaboración Artesanal y por la suma de la oferta masiva en góndolas de importadas -esto gracias a las lindas políticas socioeconómicas del gobierno nacional-.

El Vino tiene crecimiento en pequeños nichos de consumo especializado y un retroceso afianzado y cada vez peor, en los rangos de consumo masivo.



Para cerrar quiero contárles una anécdota de hace unos años. En el marco de un concurso de Vinos, un enólogo muy prestigioso -una gran persona-, era el invitado top, y se le dijo de disertar como corolario a las premiaciones. Mencionó cosas muy interesantes y otras casi las un político populista. Habló de sus pensamientos a futuro, que eran las de poder hacer Vinos populares, que sean muy buenos y que cuesten muy poco -buenos, bonitos y baratos-. Acercar el Vino al pueblo. Al terminar, hubo un aplauso generalizado, pero yo no aplaudí.


Creí que nadie lo notó, pero si el organizador, que vino a preguntarme el por qué. Le dije que todo muy lindo, pero que el amigo estaba representando al gigantesco imperio que lo empleaba y que entonces tenía que esperar a ver el desarrollo de la idea para creerle y aplaudirle.
Bueno, pasaron los años, el gran enólogo -repito, una gran persona- tiene sus Vinos, pero quedó coja la tercer pata de su sueño: sus etiquetas no solo no son baratas, sino que están posicionadas en una franja prohibitiva para las mayorías.
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