Ayer leí con asombro (del bueno) una carta de Giorgio Benedetti en el news de Argentine Wines.
A Giorgio lo he leído básicamente en la revista El Conocedor y ahí sinceramente mucho no me llegaba: demasiadas veces no coincidía en casi nada y otras veces no me parecía muy relevante lo escrito.
Sí, alguna vez me quedó retumbando algún análisis y también coincidí en algún pensamiento socio-político.
Pero ahora no interesa lo que pienso, sino lo que él expresó: es una carta dura, creo que lo más crítico y suelto que le leí. Ya desde el título.
Vamos a la nota.
Obsecuencia de moda
Aburren a veces los artículos periodísticos. Los de economía, los de política, los policiales, los de espectáculos, los de deportes y, por lo menos a mí, muchos artículos de vino. Siento (y mucha gente siente) que aburren porque no dicen nada nuevo, no aportan una visión novedosa, lúcida o diferente de nada. Son planos; siempre lo mismo. La bobada del bandereo banal, con contenidos mínimos, frágiles, como una capa de hielo que en cualquier momento se quiebra y listo, a hundirse en el agua helada.
Hoy el periodismo local está en la mira como nunca antes. Especialmente en lo político, donde los medios de las corporaciones hegemónicas pasan papelones dibujando un relato tonto, neurótico y mentiroso de lo que la realidad coyuntural local es. Pareciera que todo se cae, que todo es un desastre, que en cualquier momento nos van a meter un cohetazo en la cabeza, luego a violar, luego a despedazar, y luego, muertos, Guillermo Moreno va a confiscar todos nuestros bienes. Un discurso completamente en ruinas.
No hablo de Grondona o Majul, muñecos de torta históricos. Hablo de periodistas con décadas enteras de construir respeto en una masa crítica local siempre ávida de novedades, que se mandan sin red de seguridad al vacío y aseveran cualquier tontera que les dice el jefe. Morales Solá, Lanata, Biasatti, Tenembaum. Claramente, el periodismo político está en su peor momento. Una lástima para todos nosotros. Sería maravillosa una cobertura mediática política a la altura de las circunstancias.
¿Y el de vinos? Por casa, ¿Cómo andamos? ¿Somos en todo caso nosotros los avezados periodistas audaces y contestatarios, los que no dejamos pasar una, los que atravesamos todo con nuestra mirada afilada e inteligente que denuncia, revela y muestra sin miramientos la realidad de una industria tan particular, compleja y ascendente como la vitivinícola? ¿Somos los implacables denunciadores de injusticias y vejámenes a nuestra bebida nacional, alimento identitario de nuestra cultura? ¿Lo somos, usted cree, o no?
Bueno. Claramente no. El periodismo de vinos local justamente no se excede en desalmadas críticas ni a vinos, ni a bodegueros, ni a enólogos, ni a políticas enológicas. Está bien; no se le puede pedir mucho a un periodismo joven, incipiente, de pocos protagonistas y tan desesperado por llenar páginas escritas sobre este producto tan atractivo, tan apasionante, tan conmovedor y tan de moda como es el vino. Y bueno, entonces cualquier cosa que suene más o menos convincente se publica y vamos; liquidemos la revista para salir a la calle a tiempo así los anunciantes están contentos. Porque, en todo caso, todos los medios de vinos y gastro vivimos de los auspiciantes y no de un público que se muera y pague el precio de tapa para leer nuestros geniales artículos. Así anda un poco el periodismo de vinos y de gastronomía en general. No se enojen mis colegas, pero es así.
Pues bien; el periodismo –en general– tiene una función (y una obligación) básica: contemplar su objeto con distancia crítica y así contarlo en el papel, a la cámara, en la página web o como sea. Si no, no es periodismo. En noticieros, diarios y revistas no se puede indagar un motivo de manera meramente contemplativa. El abordaje del objeto para una nota debe ser extremadamente crítico, se lo debe desmenuzar ante los ojos del sujeto receptor lo más posible, mostrando todo lo que ese receptor no puede ver por sí solo. El periodismo, al final de cuentas, no es más que eso; mirar el objeto con un ojo hijo de puta, con un ojo que interpele, que busque entre la mierda hasta encontrar algo más. Y encima, que no se moleste ensuciándose las manos en esa mierda. Y finalmente, que ayude a los demás a mirarlo de esa manera.
Más o menos eso es, o al menos debería ser, el abordaje del periodismo en cualquier ámbito. Se habrán dado cuenta de que es algo muy diferente lo que sucede con las temáticas mencionadas: la política y la vínica. Si en la primera todo es caos, en la segunda todo está ¡¡Buenísimo!! Los bodegueros son todos ¡¡cool!!, los enólogos todos ¡¡Genios!!, y sus vinos, ¡¡Emocionantes!! Resumiendo: un paquete de aquellos.
A veces siento que entre la psicótica crítica del periodismo de política y la obsecuente mirada del periodismo de vinos debe estar el equilibrio. O no. O quizá en nombre de defender la democracia o comunicar el vino argentino todo es válido.
Puede que así sea, pero no para mí. A mí me gusta (y prefiero para mí) la mirada punk, la que busca en el vericueto, la que jode o, como dije, la mirada con el ojo hijo de puta que mete la mano en la mierda. A eso voy, no a otra cosa.
Mi comentario
Como ya dije, no he coincidido o disfrutado mucho de anteriores lecturas a Giorgio, pero acá sí. Acá me movió el amperímetro varias veces y claro, me sorprendió para bien en varios puntos.
Ojalá lo siga disfrutando más seguido!
¿A Uds que les parece?
A Giorgio lo he leído básicamente en la revista El Conocedor y ahí sinceramente mucho no me llegaba: demasiadas veces no coincidía en casi nada y otras veces no me parecía muy relevante lo escrito.
Sí, alguna vez me quedó retumbando algún análisis y también coincidí en algún pensamiento socio-político.
Pero ahora no interesa lo que pienso, sino lo que él expresó: es una carta dura, creo que lo más crítico y suelto que le leí. Ya desde el título.
Vamos a la nota.
Obsecuencia de moda
Aburren a veces los artículos periodísticos. Los de economía, los de política, los policiales, los de espectáculos, los de deportes y, por lo menos a mí, muchos artículos de vino. Siento (y mucha gente siente) que aburren porque no dicen nada nuevo, no aportan una visión novedosa, lúcida o diferente de nada. Son planos; siempre lo mismo. La bobada del bandereo banal, con contenidos mínimos, frágiles, como una capa de hielo que en cualquier momento se quiebra y listo, a hundirse en el agua helada.
Hoy el periodismo local está en la mira como nunca antes. Especialmente en lo político, donde los medios de las corporaciones hegemónicas pasan papelones dibujando un relato tonto, neurótico y mentiroso de lo que la realidad coyuntural local es. Pareciera que todo se cae, que todo es un desastre, que en cualquier momento nos van a meter un cohetazo en la cabeza, luego a violar, luego a despedazar, y luego, muertos, Guillermo Moreno va a confiscar todos nuestros bienes. Un discurso completamente en ruinas.
No hablo de Grondona o Majul, muñecos de torta históricos. Hablo de periodistas con décadas enteras de construir respeto en una masa crítica local siempre ávida de novedades, que se mandan sin red de seguridad al vacío y aseveran cualquier tontera que les dice el jefe. Morales Solá, Lanata, Biasatti, Tenembaum. Claramente, el periodismo político está en su peor momento. Una lástima para todos nosotros. Sería maravillosa una cobertura mediática política a la altura de las circunstancias.
¿Y el de vinos? Por casa, ¿Cómo andamos? ¿Somos en todo caso nosotros los avezados periodistas audaces y contestatarios, los que no dejamos pasar una, los que atravesamos todo con nuestra mirada afilada e inteligente que denuncia, revela y muestra sin miramientos la realidad de una industria tan particular, compleja y ascendente como la vitivinícola? ¿Somos los implacables denunciadores de injusticias y vejámenes a nuestra bebida nacional, alimento identitario de nuestra cultura? ¿Lo somos, usted cree, o no?
Bueno. Claramente no. El periodismo de vinos local justamente no se excede en desalmadas críticas ni a vinos, ni a bodegueros, ni a enólogos, ni a políticas enológicas. Está bien; no se le puede pedir mucho a un periodismo joven, incipiente, de pocos protagonistas y tan desesperado por llenar páginas escritas sobre este producto tan atractivo, tan apasionante, tan conmovedor y tan de moda como es el vino. Y bueno, entonces cualquier cosa que suene más o menos convincente se publica y vamos; liquidemos la revista para salir a la calle a tiempo así los anunciantes están contentos. Porque, en todo caso, todos los medios de vinos y gastro vivimos de los auspiciantes y no de un público que se muera y pague el precio de tapa para leer nuestros geniales artículos. Así anda un poco el periodismo de vinos y de gastronomía en general. No se enojen mis colegas, pero es así.
Pues bien; el periodismo –en general– tiene una función (y una obligación) básica: contemplar su objeto con distancia crítica y así contarlo en el papel, a la cámara, en la página web o como sea. Si no, no es periodismo. En noticieros, diarios y revistas no se puede indagar un motivo de manera meramente contemplativa. El abordaje del objeto para una nota debe ser extremadamente crítico, se lo debe desmenuzar ante los ojos del sujeto receptor lo más posible, mostrando todo lo que ese receptor no puede ver por sí solo. El periodismo, al final de cuentas, no es más que eso; mirar el objeto con un ojo hijo de puta, con un ojo que interpele, que busque entre la mierda hasta encontrar algo más. Y encima, que no se moleste ensuciándose las manos en esa mierda. Y finalmente, que ayude a los demás a mirarlo de esa manera.
Más o menos eso es, o al menos debería ser, el abordaje del periodismo en cualquier ámbito. Se habrán dado cuenta de que es algo muy diferente lo que sucede con las temáticas mencionadas: la política y la vínica. Si en la primera todo es caos, en la segunda todo está ¡¡Buenísimo!! Los bodegueros son todos ¡¡cool!!, los enólogos todos ¡¡Genios!!, y sus vinos, ¡¡Emocionantes!! Resumiendo: un paquete de aquellos.
A veces siento que entre la psicótica crítica del periodismo de política y la obsecuente mirada del periodismo de vinos debe estar el equilibrio. O no. O quizá en nombre de defender la democracia o comunicar el vino argentino todo es válido.
Puede que así sea, pero no para mí. A mí me gusta (y prefiero para mí) la mirada punk, la que busca en el vericueto, la que jode o, como dije, la mirada con el ojo hijo de puta que mete la mano en la mierda. A eso voy, no a otra cosa.
Mi comentario
Como ya dije, no he coincidido o disfrutado mucho de anteriores lecturas a Giorgio, pero acá sí. Acá me movió el amperímetro varias veces y claro, me sorprendió para bien en varios puntos.
Ojalá lo siga disfrutando más seguido!
¿A Uds que les parece?
O sea, el tipo dice algo "K" y automáticamente te parece interesante.
ResponderEliminarAsí, todo se resume, como parece ser la moneda común en esots tiempos, una cuestión maniquea.
Mejor sería pensar un poco. Ir más allá del facilismo.
Saludos.
Juan Ernesto.
PS: Igual, lo de "mirada punk" es bastante tonto.
A mi tampoco me cierra este muchacho pero acá escribió varias verdades. Eso sí, me gustaría verlo criticando de manera desfavorable algún vino, bodega, enólogo, alguna práctica vitivinícola?
ResponderEliminarLos periodistas de mundillo del vino están tan comprometidos con el negocio que todos los vinos les parecen buenos.
Para cerrar "que carajo es un vino "emocionante"? Te hace llorar, reir...?
Abrazo
Juan Ernesto:
ResponderEliminarHola! No tengo el gusto creo (por lo menos así, con el nombre compuesto).
Lo de la mirada punk no me parece tonto, aunque no sé si es la definición más acertada.
Respecto tu análisis sobre lo K, lo maniqueo, el pensar y el facilismo, me parecen comentarios superficiales, hechos demasiado rápido.
Evidentemente, si uno piensa en un sentido y encuentra otra expresión en el mismo, está coincidiendo de hecho, automáticamente.
Pero la nota habla de mucho más, y su tema central es otra cosa: la obsecuencia del periodismo de Vinos.
Me pareció interesante de publicar porque me asombró leer ideas y pensamientos que antes no había expresado Giogio (lo dije en la nota). Esta carta no saldría como editorial de "El Conocedor" porque sería en sí una contradicción.
Así es que no deberías ser tan simplista y contra.
Y de maniqueo nada, pues dije que me sorprendió bien varias veces y me gustaron ciertas cosas: pero nada por expresarse K. Te repito, la nota tiene otro tema como cosa central, solo es cuestión de leerla, analizarla y comprenderla bien. Quedarse en lo de la parte K es pobre. Justamente, muy parecido a lo que decís de no pensar o el facilismo.
Saludos!
Fabián:
ResponderEliminarComo va? Espero que muy bien!
Giorgio ha criticado de manera desfavorable estilos de Vinos, aunque nunca a Vinos, bodegas y enólogos. Lo que sí hace es hablar muy bien de ciertos Vinos, bodegas y enólogos, como una forma de destacar lo que a él le gusta o le parece lo mejor. Por la positiva.
No habla bien de todos y es visto medio polémico en el mundo del Vino: no le parece todo bueno.
Sobre lo de Vino emocionante, claramente tiene el dercho de autor (acá entra en lo polémico) y yo entiendo a donde va, aunque quizás no es la mejor palabra.
Abrazo grande!
Leí el artículo y también me sorprendió.
ResponderEliminarDejando de lado la opinión K y todo otro tema visto como socio-político que no tiene que ver con el vino, si leemos el artículo en su contenido general, vemos que solamente expresa algo obvio que Giorgio lo define como “obsecuencia periodística”. Este término tiene un significado que engloba a la mayoría de los periodistas del vino que se dedican a adular a los hacedores del vino, supuestamente (en mi interpretación) por los beneficios que reciben como contraprestación no acordada y nunca/casi nunca/en contadísimas ocasiones critican mal algún vino. Posiblemente algunos cuántos vinos merezcan que los critiquen mal, pero como crítica constructiva, porque siempre hay que respetar a quien hace los vinos con su mejor predisposición y posibilidades.
Sobre esta llamada obsecuencia periodística, me gusta discernir entre todos los artículos buscando los que tengan un aspecto positivo, prefiriendo leer los comentarios serios y responsables sobre los vinos que degustan. Las críticas duras, prefiero las que se hacen personalmente, sin difusión que puede llegar a ser una difamación. No todos somos perfectos y podemos equivocarnos al descalificar malamente un vino.
Saludos.
WILLIE
Acá me gustaría opinar como Andrés, ya que a Rumbo lo hacemos dos y ahora solo escribo yo. Contrario a tu introducción de la nota, he leído notas de Giorgio que me han gustado mucho y otras que no me han gustado nada (en el blog hemos escrito al respecto), pero creo que con diferencia es de los menos obsecuentes que he leído, aunque a veces no coincida con sus gustos. La nota me parece muy buena y sincera, claro que o cambia de editorial y hace una propia o eso en el Conocedor no sale (cosa que entiendo cómo funciona). Lo que leí me hace pensar nuevamente en la importancia de criticar a quien critica, desde una posición independiente de verdad (quitamos a TN nuevamente). El mundo del vino necesita ser criticado seriamente, muchas veces lo que leemos parecen libros de cuento y pocas veces se leen verdades. Quiero insistir en la importancia de los blogs, más allá de no ser escritos por profesionales muchos de ellos, en contar las otras verdades, las que hacen falta.
ResponderEliminarPor último así no la alargo, el primer comentario (de Juan Ernesto) sobre lo "K" tiene poca fuerza y le falta análisis serio. Quizá no ha leído con detenimiento lo que dice Giorgio. Una pena, aunque estoy acostumbrado.
Salute y gracias por el espacio...
Cada día que pasa, estoy mas convencido, de que los Bloguero....o por lo menos algunos....estamos cumpliendo un trabajo que los periodistas del vino, han dejado de hacer....si es que alguna vez lo hicieron, y es mirar, probar y opinar con sinceridad, sobre ellos.
ResponderEliminarVos y yo sabemos cuantas veces nos han llamado (por lo menos en mi caso), para preguntarnos, porque tal o cual vino, no nos habia gustado..ni haablar de ir a una feria y que te miren medio fulero cuando ven tu tarjeta....
Pero bueno..de eso se trata ser independiente y escribir de vinos....
Como leí hace poco en Argentine wine, los blogueros son la venganza de los Aficionados...sobre todo que estan cansados de que les mientan y les hagan gastar guita al ped.... En vinis caros y malos...o caros y que no valen lo que dicen.
Todavia tengo pendiente la nota de los blogueros y periodistas, que en algun momento voy a escribir y que sintetiza lo que nosotros vivimos y expresamos en nuestras notas y que representan la pasión de alguien que disfruta de esta maravilla bebida y que cuando nos invitan...muchas veces de última a alguna reunión o presentación, volcamos con notas, fotos y lujo de detalles, pocas veces igualada por periodistas de renimbre que asisten, toman y al dia siguiente publican...estuvimos en la presentacion de xxxx, muy ricos vinos...felicitaciones.....the end.
Creomque me fui por las ramas ja ja ...pero con el tiempo (y las visitas a nustros sitios lo confirman), seremos la fuente de información, mas confiable del medio...
Bye !!!!!
WineMDQ
Perdón si falto edición o corregir errores a mi comentario...pero cuando vi la hora se me hacia tarde para ir a laburar !!! Ja ja Sorry !!!
ResponderEliminarCierto crítico de vino, de quien prefiero no acordarme, dijo que el 2012 será el año de los blogs de vinos. Quizás tenga razón.
ResponderEliminarEl Cuervo Adrián dijo: "Esta carta no saldría como editorial de "El Conocedor" porque sería en sí una contradicción".
ResponderEliminarPARECE QUE SALIÓ!!!!!...........Uhhhhhh....