Por la suscripción de Argentine Wines, me enteré de esta nota de Juan Diego Wasilevsky para iProfesional.com, donde entrevista a Michell Rolland. El enólogo francés, es uno (sino el más), de los más famosos y con rango mundial. Personalmente, además de merecer mi respeto como enólogo, creo que es un empresario muy inteligente y exitoso.
La nota
Michel Rolland: "La Argentina tiene un problema: hace crecer problemas donde no los hay"
En diálogo con este medio, uno de los enólogos más prestigiosos del mundo y que asesora a más de 100 bodegas en 12 países, analizó el presente y el futuro de la industria del vino local, las perspectivas del Malbec y las dificultades del Torrontés para conquistar paladares en los mercados externos
Decir "Michel Rolland" en el negocio del vino es referirse a uno de los "gurúes" más influyentes de la industria.
Las botellas que llevan el sello de este enólogo francés, gozan de un especial halo de prestigio en las góndolas alrededor del globo.
Amado por muchos, por su expertise y know how; resistido por otros, por considerarlo uno de los impulsores de los "vinos globalizados", que pierden su carácter particular, lo cierto es que cada vez que Rolland habla, bodegueros, críticos y consumidores, escuchan.
Si bien asesora a más de 100 bodegas en 12 países, entre los que figuran EE.UU., Italia, Chile y España, dice tener su corazón en la Argentina, donde posee un prestigioso emprendimiento: Clos de los Siete.
En el marco de la última edición del Argentina Wine Awards, iProfesional.com dialogó con Rolland sobre su visión de la industria local, el potencial que tiene, y su esperanza de poder seguir disfrutando, dentro de 20 años, de los buenos vinos con etiqueta argentina.
-La Argentina supo capitalizar la crisis durante los dos últimos años. ¿Es optimista en relación a este 2010?
-A pesar de una crisis mundial que pegó muy fuerte, la Argentina, en el contexto global, es uno de los países que mejor performance tuvo. Y todo indicaría que va a seguir siendo así. Es verdad que aún falta mejorar y tomar más espacio en el mercado, que es en definitiva la gran clave del juego. La Argentina es uno de los productores más fuertes y esto significa que todavía hay mucho vino por vender. La realidad es que los bodegueros de aquí están haciendo muy buenos vinos. En los últimos doce años estoy viendo que se afianzó una cultura de la calidad fantástica y esto es fundamental.
-¿Cómo es su vinculación actual con las bodegas? En los últimos años gran parte de la industria lo ha tenido como uno referente…
-Es cierto. Asesoré a muchas bodegas. Te diría que prácticamente trabajé junto a todas las grandes, pero desde hace varios años paré de asesorar por el compromiso que asumí con Clos de los Siete, que está conformada por cinco bodegas y posee más de 500 hectáreas de viñas. Por lo tanto, además de este proyecto, quedé como asesor directo de Bodegas del Fin del Mundo y tengo un laboratorio donde trabajan cuatro enólogos, que a su vez asesoran a unos 20 establecimientos. Yo voy una vez al año y pruebo los vinos, pero no trabajo en forma tan directa como antes.
-La primera vez que visitó la Argentina fue a fines de los ochenta, ¿qué recuerda de ese primer encuentro con el vino nacional?
-La primera vez que llegué al país fue hace veintidós años, en febrero de 1988. La primera visita fue al norte, a Cafayate, por una invitación de Etchart. Recuerdo que durante ese viaje luego bajamos a Mendoza y conocí la zona más tradicional de la Argentina. El vino, mirándolo desde el punto de vista actual, la verdad que no tiene comparación. Estaba en un piso inferior al que tiene hoy. Lo cierto es que la primera vez que vine pensé que este país tenía potencial y futuro y no me equivoqué. Veintidós años después estoy aquí, invertí en la Argentina y los vinos están funcionando muy bien.
-¿Cuáles son las debilidades que hay que corregir de la industria?
-Me encanta este país y tengo muchos amigos aquí, pero la verdad es que la Argentina tiene un problema: hace crecer problemas donde no los hay. Esto lo digo desde una visión amigable. Quiero decir que hoy la industria vitivinícola está andando bien y no hay que hacer tonterías. Tenemos que seguir haciendo lo que la Argentina sabe hacer, buenos vinos, seguir compitiendo entre nosotros pero en términos de calidad. El Malbec es famoso en el mundo, no me gustaría ver cualquier tipo de Malbec ni calidad en el mercado dentro de los próximos diez años, porque eso puede matar a la marca Argentina y ese podría ser un duro golpe.
-¿Dónde está el techo para el Malbec?
-Antes que nada es preciso saber que siempre hay un techo, los árboles nunca van al cielo, se dice en Francia. Creo que el Malbec aún no ha logrado todo su potencial, pero por supuesto que un día llegará. Por eso, la Argentina debe seguir trabajando con Malbec, pero explotando también los cortes con Cabernet, con Syrah, por ejemplo.
-El de los cortes no es un segmento tan explotado por esta industria…
-Es cierto, pero porque estamos empezando, entonces no hay historia, no hay conocimiento para hacer buenos cortes. Necesitamos tiempo. Los bodegueros más jóvenes están trabajando muy bien con esto y hay una buena base de cara al futuro.
-Desde el exterior, muchos expertos al Torrontés lo miran como un varietal difícil de colocar en algunos mercados ¿Cuál es su visión?
-El Torrontés es un vino muy bueno y es un producto muy argentino, porque no existe en otra parte del mundo. El tema de un vino es que tiene que buscar su mercado. Me acuerdo que hace 15 años fue elegido como vino del año en el Reino Unido y se vendió algo, pero quedó en un nivel de ventas muy chico. Entonces, la clave es cómo desarrollar la marca y la imagen del Torrontés. Este vino lo merece. Lo positivo es que el consumo del vino blanco está volviendo, entonces, es probable que el Torrontés tenga su gran oportunidad, pero es verdad que hasta ahora fue muy difícil.
-Usted llegó al país hace 22 años. ¿Cómo se imagina a la industria del vino argentina dentro de las próximas dos décadas?
-Yo soy francés, pero mi segundo país es la Argentina. Estoy esperando lo mejor para el vino argentino, como un padre espera lo mejor para su hijo. Para ese entonces voy a tener 84 años, y lo único que deseo es poder seguir visitando esta maravillosa tierra de excelentes vinos.
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Gabriela Celeste, Michel y Dany Rolland
La nota
Michel Rolland: "La Argentina tiene un problema: hace crecer problemas donde no los hay"
En diálogo con este medio, uno de los enólogos más prestigiosos del mundo y que asesora a más de 100 bodegas en 12 países, analizó el presente y el futuro de la industria del vino local, las perspectivas del Malbec y las dificultades del Torrontés para conquistar paladares en los mercados externos
Decir "Michel Rolland" en el negocio del vino es referirse a uno de los "gurúes" más influyentes de la industria.
Las botellas que llevan el sello de este enólogo francés, gozan de un especial halo de prestigio en las góndolas alrededor del globo.
Amado por muchos, por su expertise y know how; resistido por otros, por considerarlo uno de los impulsores de los "vinos globalizados", que pierden su carácter particular, lo cierto es que cada vez que Rolland habla, bodegueros, críticos y consumidores, escuchan.
Si bien asesora a más de 100 bodegas en 12 países, entre los que figuran EE.UU., Italia, Chile y España, dice tener su corazón en la Argentina, donde posee un prestigioso emprendimiento: Clos de los Siete.
En el marco de la última edición del Argentina Wine Awards, iProfesional.com dialogó con Rolland sobre su visión de la industria local, el potencial que tiene, y su esperanza de poder seguir disfrutando, dentro de 20 años, de los buenos vinos con etiqueta argentina.
-La Argentina supo capitalizar la crisis durante los dos últimos años. ¿Es optimista en relación a este 2010?
-A pesar de una crisis mundial que pegó muy fuerte, la Argentina, en el contexto global, es uno de los países que mejor performance tuvo. Y todo indicaría que va a seguir siendo así. Es verdad que aún falta mejorar y tomar más espacio en el mercado, que es en definitiva la gran clave del juego. La Argentina es uno de los productores más fuertes y esto significa que todavía hay mucho vino por vender. La realidad es que los bodegueros de aquí están haciendo muy buenos vinos. En los últimos doce años estoy viendo que se afianzó una cultura de la calidad fantástica y esto es fundamental.
-¿Cómo es su vinculación actual con las bodegas? En los últimos años gran parte de la industria lo ha tenido como uno referente…
-Es cierto. Asesoré a muchas bodegas. Te diría que prácticamente trabajé junto a todas las grandes, pero desde hace varios años paré de asesorar por el compromiso que asumí con Clos de los Siete, que está conformada por cinco bodegas y posee más de 500 hectáreas de viñas. Por lo tanto, además de este proyecto, quedé como asesor directo de Bodegas del Fin del Mundo y tengo un laboratorio donde trabajan cuatro enólogos, que a su vez asesoran a unos 20 establecimientos. Yo voy una vez al año y pruebo los vinos, pero no trabajo en forma tan directa como antes.
-La primera vez que visitó la Argentina fue a fines de los ochenta, ¿qué recuerda de ese primer encuentro con el vino nacional?
-La primera vez que llegué al país fue hace veintidós años, en febrero de 1988. La primera visita fue al norte, a Cafayate, por una invitación de Etchart. Recuerdo que durante ese viaje luego bajamos a Mendoza y conocí la zona más tradicional de la Argentina. El vino, mirándolo desde el punto de vista actual, la verdad que no tiene comparación. Estaba en un piso inferior al que tiene hoy. Lo cierto es que la primera vez que vine pensé que este país tenía potencial y futuro y no me equivoqué. Veintidós años después estoy aquí, invertí en la Argentina y los vinos están funcionando muy bien.
-¿Cuáles son las debilidades que hay que corregir de la industria?
-Me encanta este país y tengo muchos amigos aquí, pero la verdad es que la Argentina tiene un problema: hace crecer problemas donde no los hay. Esto lo digo desde una visión amigable. Quiero decir que hoy la industria vitivinícola está andando bien y no hay que hacer tonterías. Tenemos que seguir haciendo lo que la Argentina sabe hacer, buenos vinos, seguir compitiendo entre nosotros pero en términos de calidad. El Malbec es famoso en el mundo, no me gustaría ver cualquier tipo de Malbec ni calidad en el mercado dentro de los próximos diez años, porque eso puede matar a la marca Argentina y ese podría ser un duro golpe.
-¿Dónde está el techo para el Malbec?
-Antes que nada es preciso saber que siempre hay un techo, los árboles nunca van al cielo, se dice en Francia. Creo que el Malbec aún no ha logrado todo su potencial, pero por supuesto que un día llegará. Por eso, la Argentina debe seguir trabajando con Malbec, pero explotando también los cortes con Cabernet, con Syrah, por ejemplo.
-El de los cortes no es un segmento tan explotado por esta industria…
-Es cierto, pero porque estamos empezando, entonces no hay historia, no hay conocimiento para hacer buenos cortes. Necesitamos tiempo. Los bodegueros más jóvenes están trabajando muy bien con esto y hay una buena base de cara al futuro.
-Desde el exterior, muchos expertos al Torrontés lo miran como un varietal difícil de colocar en algunos mercados ¿Cuál es su visión?
-El Torrontés es un vino muy bueno y es un producto muy argentino, porque no existe en otra parte del mundo. El tema de un vino es que tiene que buscar su mercado. Me acuerdo que hace 15 años fue elegido como vino del año en el Reino Unido y se vendió algo, pero quedó en un nivel de ventas muy chico. Entonces, la clave es cómo desarrollar la marca y la imagen del Torrontés. Este vino lo merece. Lo positivo es que el consumo del vino blanco está volviendo, entonces, es probable que el Torrontés tenga su gran oportunidad, pero es verdad que hasta ahora fue muy difícil.
-Usted llegó al país hace 22 años. ¿Cómo se imagina a la industria del vino argentina dentro de las próximas dos décadas?
-Yo soy francés, pero mi segundo país es la Argentina. Estoy esperando lo mejor para el vino argentino, como un padre espera lo mejor para su hijo. Para ese entonces voy a tener 84 años, y lo único que deseo es poder seguir visitando esta maravillosa tierra de excelentes vinos.
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Me gustaria saber que puede llegar a opinar el Señor Michel Roland con respecto a las Sierras de Buenos Aires, que son zonas aptas para la vitivinicultura pero todavia no se ha desarrollado tal actividad.
ResponderEliminarCésar Cárdenas