Encuéntrame en Google+. Vinos en Buenos Aires: Turbulencias y cosechadores

miércoles, 13 de abril de 2011

Turbulencias y cosechadores

No son ninguna novedad las operaciones políticas de los grandes medios y casi cualquier tema les sirve para la causa.
Acá les dejo una nota esclarecedora del Director Periodístico de MDZ OnLine, Gabriel Conte.


Falta de cosechadores: ¿y si probamos pagándoles dignamente?

Un fuerte debate se abrió cuando se informó, erróneamente, que la cosecha está sin levantar porque la gente "no quiere trabajar". Es bueno continuarlo, aunque parte de los involucrados no tienen acceso a los medios masivos. Aquí, un punto de vista.
Por Gabriel Conte, director de MDZ

Un subsidio no compite con el sueldo de un trabajo formal, salvo que el trabajo formal tenga un salario y unas condiciones laborales tan bajas que faciliten esa increíble competencia.

En los últimos días, los medios nacionales sorprendieron al país con una noticia que, a primeras luces, resultó fuerte y asombrosa. Decía algo así como que la gente no quiere trabajar porque recibe subsidios del gobierno y se retrasa la cosecha en Mendoza. De esa manera, se montó sobre un latiguillo muy utilizado en el lenguaje cotidiano, basado en el lógico rechazo social a conseguir la plata fácilmente como consecuencia de la crisis de la cultura del esfuerzo.

La noticia la publicaron los principales medios nacionales, como Clarín y La Nación, y consiguió –debido a la fuerza de la información- muchas réplicas.

Como fuentes, recogieron voces que dijeron cosas tales como que las máquinas no resuelven los problemas, que hemos tenido que recurrir a cosechadores temporarios (como si esto no pasara desde siempre) y que han tenido que recurrir a empresas que intermedian para conseguir peones, por lo que esa intermediación les eleva los costos en un 60%.

Junto al tsunami, terremoto y crisis nuclear de Japón, así planteadas las cosas pintan el pronto arribo de un Armagedón vitivinícola.

El argumento patronal ya fue usado antes e, inclusive, con algunos elementos que le dieron la razón, por falta de controles del estado, en su momento.

Por ejemplo, el plan Jefes y Jefas de Hogar fue un problema que en el 2003 empezó a tener la cosecha, porque en un principio quien tenía el beneficio social no podía trabajar, excepto que lo hiciera en negro, porque sino de inmediato se le daba de baja. En el 2005 se modificó y el plan se suspendía sólo mientras dure el trabajo temporario y luego el beneficiario volvía recuperarlo.

Eso no ocurre ahora, ya que la Presidenta anunció en la Vendimia que la Asignación Universal por Hijo no se vería afectada por trabajar en la cosecha de uva.

Lo cierto es que los acuerdos salariales alcanzan a los trabajadores que están todo el año en la finca o en la bodega, pero no –precisamente- al que están necesitando ahora: al cosechador temporal.

La información difundida por FOEVA, la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas (que agrupa a los que trabajan de manera permanente, obviamente) da cuenta que este año se alcanzó un incremento del 30% en el pago del tacho de uva, la gamela, con lo cual se esperaba que sirviera para atraer más cosechadores. Así y todo, un tacho estándar de uva se paga a $ 1,95… 50 centavos más que el año pasado.

La dignidad
La información se inscribe, notoriamente, en la respuesta de sectores de la economía a la lucha contra el trabajo informal, infantil y hasta esclavo que se ha detectado en numerosas plantaciones no sólo de Mendoza, sino en todo el país.

Lógicamente que la formalidad y el respeto por la dignidad de las personas disminuyen las ganancias de los propietarios de las fincas, pero eso –a estas alturas del nuevo siglo- no debería ser un tema de debate, como sí lo es la indignidad con la que se trata a los trabajadores.

Una de las frases más fuertes que pudimos leer en la nota de Clarín es aquella que mencionó que los cosechadores trabajan de noche porque les da vergüenza hacerlo, señalando como vergonzante a la tarea del vendimiador cuando, en realidad, lo que da vergüenza es el monto que cobran por la tarea, en todo caso.

El titular del Instituto Nacional de Vitivinicultura, Guillermo García, sostuvo –ante nuestra consulta- que lo difundido es información errónea del diario Clarín, absolutamente desinformada.

Sobre el presunto atraso en la cosecha consideró que está en el 55% y que se calcula que vamos a estar a nivel país en el 70%; falta mucha uva por cosechar.

Pero a la hora de referirse a los motivos, García indicó que no es por falta de trabajadores como afirmó Clarín, sino que tiene que ver con una falta absoluta de maduración.

Es muy triste no estar contentos por el avance de la seguridad social que estamos teniendo en el país porque en las fincas no hay trabajo infantil. El tema de la Asignación Universal por Hijo –aclaró- no puede interpretarse como un elemento para que la gente no vaya a trabajar porque la misma presidenta de la Nación en Vendimia afirmó que no había pérdida de la asignación universal por el hecho de que los trabajadores fueran declarados.

Claroscuros
La vitivinicultura goza de un momento de brillo: por lo menos, así se lo señala desde diversos sectores y, tal vez, ese esplendor de las bodegas no llegue a las fincas desde donde surge la materia prima, pero si hay un hilo delgado que se corta siempre, éste es el que sostiene a los cosechadores, los vendimiadores.

Pagarles, les insume a los viñateros un 14% del costo total de producir uva. Y por cierto: a los finqueros les resulta irremplazable la mano de obra humana por muchos motivos: porque las viñas están alineadas de una manera no acorde a las exigencias tecnológicas y habría que replantarlas, porque la compra de las máquinas cosechadoras es cara (cotizan en euros) y dificultosa, y hasta por lo que le dijeron a Clarín: tienen mala fama (¿?).

Por esto no cabe duda que quienes no tienen voz ni Internet para leer estas líneas son imprescindibles: entonces, hay que pagar mejor esa tarea y repartir los costos hacia donde haya que repartirlos.

Hay fincas que tienen un modelo de gestión que ya incorporó los costos de la dignidad. Hay muchos casos positivos, como aquellas que ya incorporaron hogares infantiles para sus trabajadores. Pero es conocido el ejemplo aplicado por Norton: con una de las fincas más grandes del país, de alrededor de 1000 hectáreas, posee un barrio en donde sus trabajadores viven como deben vivir y así se aseguran contar con mano de obra calificada durante todo el año.

Son conocidos los casos de Francia, Australia y California, aunque también en Chile, aquí no más, en donde los estudiantes aprovechan las vacaciones para ganar dinero en la vendimia. Lo hacen porque trabajar, siempre que sea bien remunerado, es digno y da dignidad, además del sustento necesario.

Aquí no sucede. ¿Por qué somos intrínsicamente vagos? Esta idea está muy arraigada en un pensamiento impuesto por el que tiene la voz más fuerte y replicable. Pero visto desde el otro lado, posiblemente sobrarían postulantes si se pagara como el noble trabajo que realmente es y no como si se tratase de una changa.

A los empresarios no les conviene que trabajen en negro

Desde el sector gremial, Eduardo Senra, miembro paritario y delegado de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), reflexionó que a los empresarios no les conviene que los obreros estén en negro, porque las multas, sin son detectados, son muy fuertes y se está ante el riesgo de alimentar la mentada industria del juicio que tanto daño hizo en la Zona Este.

Los dichos de Senra se argumentan en el hecho de que actualmente una infracción, per cápita, hoy asciende a $ 3.300, lo que no es conveniente si es que se piensa que tener un trabajador en negro se gana. A la larga se pierde, manifestó.

También aclaró que el riesgo que corre el empresario que hace que sus empleados trabajen en negro es grande porque cuando una persona se accidenta en la finca hay mucho problemas. Porque no tiene una ART que lo respalde y no le corre ningún tipo de seguros, marcó.

Sin embargo, el hombre vinculado al trabajo de la tierra agregó: De movida no hay mucha gente para la cosecha de la uva. En general todos los años se tiene ese problema. El asunto es que además muchos potenciales obreros no quieren trabajar porque tienen miedo a perder beneficios. No directamente el de la Asignación Universal que aseguró Cristina, sino otros. Cuando al obrero se le da la baja en el trabajo de finca, cuando finaliza la cosecha, por una cuestión burocrática, se tarda entre dos y tres meses en recuperar el beneficio. Y agregó: Si bien desde la ANSES se ha dicho que el beneficio se recupera, la burocracia hace que se tarde ese lapso –entre dos o tres meses- para recuperarlo, remarcó.

Informes: Federico Manrique y Carlos Fernández

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